Constantemente recibimos feedback en todas las áreas de nuestra vida, ya sea de manera directa o indirecta, y esto es esencial; nos dice cómo lo estamos haciendo y, lo que es más importante, dónde podemos mejorar.
Sin embargo, la mayoría de las personas no te darán feedback voluntariamente. Si creen que hay áreas en las que puedes mejorar, serán reacios a decírtelo para evitar herir tus sentimientos o arriesgarse a tu desaprobación.
Para obtener un feedback honesto y abierto, tendrás que pedirlo y crear un ambiente seguro para que la otra persona te lo dé.
La pregunta más poderosa que puedes hacer en este contexto es la siguiente:
En una escala del 1 al 10, ¿cómo calificarías la calidad de… esta reunión/nuestra relación/mi desempeño como gerente/este informe, etc.?
Si recibes una respuesta que sea menos de un 10, debes preguntar:
¿Qué sería necesario para que fuera un 10?
Aquí es donde realmente entra en juego el feedback efectivo. Aquí es donde puedes obtener información valiosa sobre cómo mejorar. Saber que una persona está insatisfecha no es suficiente. Necesitas detalles sobre dónde radica su insatisfacción y qué pasos puedes tomar para mejorar la próxima reunión, tu relación o ser un mejor gerente, etc.
Al principio, puede que te sientas incómodo haciendo esta pregunta y quizás aún más al escuchar algún feedback negativo. Pero si haces de esta pregunta un hábito regular en aquellas áreas de tu vida que son importantes para ti, no solo mejorarás tu desempeño en las áreas sobre las que recibes feedback, sino que la calidad de tus relaciones mejorará automáticamente; la gente te respetará más, se sentirán halagados de que respetes su opinión y se sentirán naturalmente complacidos de poder ayudarte.
Así que comienza: ¿a quién puedes hacerle esta pregunta?
